Antecedida por unos escasos recuerdos de la pequeña vida previa de cada uno, esta gran historia comienza en un caluroso día de Marzo de 1965.
Dejábamos nuestra individualidad de regaloneos familiares, nuestra seguridad de casa, nuestra sensación de ser únicos y especiales, para ingresar a un recinto donde éramos "uno más". Uno más de un gran grupo de niños. Todos vestidos iguales: nosotras... con faldita azul marino con tablón, blusa blanca y chaqueta. Ellos... con mameluco.
Había mucha inquietud, ansiedad y también algunas lágrimas.
No entendíamos por qué debíamos quedarnos en aquel lugar, con una señora extraña que nos invitaba a hacer cosas desconocidas e inexplicables, como sentarnos en un puesto determinado, con otra personita determinada tan angustiada como nosotros.
Era raro... esta señora conocía nuestros nombres y debíamos decir presente al ser nombrados.
Y lo peor era que nuestros padres debían retirarse y dejarnos a merced de lo desconocido.
Fue una tarde interminable (aunque después supimos que fueron tan sólo unas horas), que transcurrieron entre títeres, la narración del cuento de La Liebre y la Tortuga, un paseo por un parque que entonces nos pareció inmenso (pero que con los años parece que se fue achicando) y finalmente la confección de un cucurucho de papel en el que debíamos pegar pelotitas de colores.
Con nuestra obra a cuestas, salimos a reencontrarnos con nuestros padres, que al parecer nunca se fueron de aquel lugar. Nos esperaron, quizás más ansiosos que nosotros mismos.
A medida que pasaban los días, nuevos nombres pasaron a formar parte de nuestras vidas y nuevas palabras también, como: compañeros, cooperación, formarse, semaneros y tantos otros términos que de alguna manera fueron reorganizando nuestras vidas. También la letra C, comenzó a ser importante en nuestra identidad.
Se amplió también nuestro repertorio de canciones, recordando hasta hoy "El gatito zapirón", el "Volantín tin tin" y "Los patitos se fueron a nadar".
Comenzaron las afinidades de unos con otros, los grupos de juego, algunas peleas, los primeros amores infantiles (donde Alexis era el campeón en romper corazones) y tantas cosas más.
Cada día era una aventura. ¿A quien le tocaría hoy jugar con el chancho amado por todos? ¿Quién se vería hoy afectado con un puñado de arena en los ojos en el patio de juegos? ¿Quién no se portaría tan bien? que se haría merecedor de la peor pesadilla ... "la oficina", ese siniestro lugar donde se encontraba ... la señorita Sara.
Con todo esto pasaba el tiempo, acompañado de las bolsitas marcadas que contenían la colación, la revisión diaria del pañuelo y la libreta, las bolsitas también marcadas de materiales como porotitos para aprender a contar y por supuesto nuestras sesiones en el Servicio Médico, donde nos pesaban, medían y otra señora poco amigable se introducía en nuestras bocas y dictaba en términos extraños, cierta información que se traducía finalmente en un mapa de nuestra dentadura, con ciertos puntos pintados de azul y a veces de rojo.
Algunas de nuestras tareas, las vivimos con emoción, como ver crecer el brote de nuestro poroto puesto en algodón mojado. Pero otras las realizábamos con cierto tedio, como nuestro afanoso confeccionar del Chile físico en plasticina, tratando de lograr el color ocre requerido, en las mesetas.
El entorno que nos acompañó era siempre el mismo: el patio cubierto, los baños con su eterna poza de agua en la entrada, la cooperativa, la biblioteca, la campana de los chicos y la de los grandes, el gimnasio y los bebederos con los cuales no solamente saciamos nuestra sed, sino que sirvieron para desarrollar unas cuantas guerras de agua y no contentos con eso, dejábamos los flujos abiertos hasta el exceso, provocando chorros que llegaban al infinito.
Muchos personajes pasaron a ser acompañantes importantes de nuestras vidas : Gilberto y su bongó, con los que amenizó más de algún paseo de curso, Roldán acompañado de pifias generalizadas al momento de interrumpir nuestros recreos con su toque de campana y por supuesto la Gestapo, ese grupo tan temido que controlaba nuestras acciones en todo lugar : baños, salas, patios y fumadero.
Tampoco debemos olvidar a la Mari, nuestra abastecedora de provisiones, compradas o fiadas. Y al señor del carrito manicero con su impecable delantal blanco, cuyo trabajo fue continuado por su hijo y ahora por su nieto.
Nuestros despliegues artísticos se mostraban evento tras evento : el tan reiterado baile de la Jota, la danza enloquecida de los Banana Split al compás de nuestras flautas dulces, Rachid Tala con su guitarra cantando el "hit del momento" y los poemas con sentimiento de la Anita Julia. No olvidar el Bigote Arrocet de la Esperanza Silva y uno que otro baile grupal de Música Libre, con unas falditas diminutas, emulando a aquellas lolas de moda.
Algunos compañeros se iban, otros llegaban.
Paseos de curso, primero con algunos de nuestros padres... bueno..... generalmente madres, excepto en segundo básico cuando nuestra profesora jefe era : la señorita Sira ... un bombón. ¡ Nunca tantos padres asistieron a reunión de apoderados u otras actividades!
Después vinieron los fines de semana en El Tabo: Cómo olvidar los viajes en la micro del colegio, con canciones y chistes. El típico menú tan cargado de carbohidratos, el columpio, las noches conversadas, las idas a la quebrada y las bajadas a la playa. Y ni hablar de los amores que surgieron allí!
Como la vida seguía su curso, comenzaron a partir algunos abuelos y estábamos juntos compartiendo esas penitas, algunos padres también partieron antes de tiempo y seguíamos juntos. También vivimos juntos la partida de nuestra María Isabel, esa linda niña que nos abandonó en segundo básico muy trágicamente y nos hizo saber que a pesar de nuestro cortos años, no estábamos exentos de ser tocados por la muerte.
Disimuladamente apreciábamos nuestros cambios estructurales. Llevábamos un ranking cronológico de crecimiento de pechugas y primeras reglas. Y en ellos... estaturas, aparición de barbas y bigotes, espaldas más fornidas y cambios de voz.
Ya un poco más grandes, empezamos a tomar conciencia de que estábamos inmersos en mundo de diferencias... diferencias que en un momento dado se manifestaron muy drásticamente, haciendo tambalear nuestra historia. En ese momento debimos despedirnos de algunos que debieron partir, acompañados de un entorno doloroso y silencioso. Vivimos un cambio brusco : nuevo director con características desconocidas, nuevos compañeros muy distintos a nosotros, pero que al final de nuestros días escolares, lograron formar también parte de nuestra experiencia, nuevas normas a las que no estábamos acostumbrados, como pelos cortos y jumpers largos ... en fin, tuvimos que adaptarnos. Pero estábamos juntos y logramos hacerlo bien.
Entramos en un periodo de identidad individual, pero en el que inevitablemente eran evidentes muchos elementos comunes entre nosotros y que claramente aún los son y serán siempre.
Comenzamos a darnos cuenta que esta caminata en común estaba cerca de terminar y que quizás no estábamos preparados para despedirnos.
Esos últimos años fueron muy nutridos en cuanto a conversaciones profundas, amores fugaces y otros que perduraron, penas de amor que unos sufrían y otros consolaban y experiencias de vida que nos han acompañado por siempre.
En algún momento, donde nuestras preferencias y aptitudes comenzaron a manifestarse, tuvimos que elegir. Algunos se agruparon en torno a los números, otros lo hicimos para explicarnos la vida desde una óptica biológica, otros tomaron el arte y las letras como base de su vida, pero seguíamos teniendo un espíritu en común.
Y finalmente llegó aquel día: debíamos abandonar ese lugar que nos acogió por trece años. No dejó de ser un hecho traumático.
Teníamos una vida por delante, sabíamos que teníamos las herramientas para vivirla, pero aún así... nos resistíamos.
¿Qué era lo difícil? Simplemente... dejar de estar juntos.
Cada uno tomó su rumbo valientemente, pero las nostalgias siempre han estado presente en nuestras vidas.
Alguna vez, ¿Dejamos de recordar los recreos con música en los parlantes, todo esto enmarcado en canchas mojadas por la lluvia reciente? O las vueltas al parque en Educación Física? O las "arrancadas" a comprar empanadas a Roysar o a la Fuente Suiza? Cómo olvidar las fugas de nuestros compañeros a los flipper o (por lo que hemos sabido últimamente) a otros lugares de dudosa reputación?
Quién no recuerda los desayunos en casa de algún compañero que vivía en las inmediaciones del colegio? O las compras de materiales en la librería Atenas?
Tampoco olvidamos los comentarios del último capítulo de la "Muchacha Italiana" o las opiniones sobre el nuevo integrante de "Música Libre".
¿Quién de nosotros no tuvo alguna vez que hacer arriesgados esfuerzos para poder pasar a través de una "pichanga"... con una tapita de botella?
Tampoco podemos pasar por alto el que algunos gustos particulares destacaron y quedaron grabados en nuestros recuerdos, como la Lore Jiménez cubierta de vivos colores, fuera en lo que fuera: gorros, bufandas, pequeños bolsitos de lana, etc. o Jaime, recorriendo el parque o cualquier recóndito lugar, con su red de mariposas a cuestas, escudriñando cada rincón en busca de sus coleópteros u otras raras especies.
En la vida "extramanuelina", algunos continuaron juntos, otros se han encontrado nuevamente por diversas razones, algunos hemos vuelto al colegio cumpliendo el nuevo rol de apoderados, pero no importa... no importa cuánto tiempo pase... nos juntamos y ya. Es como si sólo se hubiera puesto pausa y al sacarla todo continúa igual. No hay que realizar esfuerzos para sintonizarse nuevamente, los recuerdos fluyen fáciles y espontáneos y la historia sigue escribiéndose.
Al pasar por fuera del colegio, lo vemos un poco deteriorado, envejecido. Y si nos miramos, podemos ver pelos canosos (o ausencia de ellos), algunas panzitas y "patitas de gallo". ¿Qué nos dice eso? Obviamente que el tiempo ha pasado, pero que nuestro mundo especial continúa en armonía. Somos el mismo grupo, los mismos lazos y los mismos cariños.
Nuestros padres tuvieron razón, una vez más sabían lo que hacían y no pudieron haber elegido mejor.
Han pasado cuarenta y tres años desde que empezó esta historia y treinta desde que separamos nuestros rumbos.
Pero estarán de acuerdo que después de lo vivido (juntos y por separado), estamos en condiciones de afirmar que es hora de cambiar para siempre el término "compañero de colegio", por AMIGO.
Ya no somos sólo un grupo de niños que estudió juntos, un tiempo, en un mismo lugar. Ya no estamos aquí por que debamos decir presente a una lista, ya no estamos aquí por razones educativas.
Somos un grupo de adultos maduros que después de treinta años, sigue estando junto por opción, sin más razones, escribiendo aún más líneas en esta historia en común.
Nuestras vidas se han entretejido formando una malla que es esta historia. A veces los hilos están muy cerca tomando contacto y a veces se alejan, para acercarse nuevamente y así ... así se teje.
Comenzamos nuestra vida juntos ... y así como nos hemos acompañado en ocasiones especiales buenas y malas, matrimonios, nacimientos de hijos, separaciones, muerte de padres y de otros seres queridos ... ¿Les parece que nos sigamos acompañando hasta el final?
Treinta años no han sido nada ... ¿Renovemos el compromiso por treinta años más?
Y para sellar este compromiso ... tomemos nuestras copas y brindemos, brindemos por nuestros padres que inteligentemente y con sabiduría, gatillaron el inicio de esta historia, por los que por diversos motivos no pudieron estar hoy con nosotros, por los que están irreversiblemente ausentes (pero presentes en nuestra memoria) y por nosotros.
Por que mantengamos este pacto hasta el último día de nuestras vidas.
Que así sea!
Octubre del año 2007
lunes, 29 de octubre de 2007
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1 comentario:
"............a veces los hilos estan muy cerca tomando contacto y a veces se alejan, para acercarse nuevamente y asi........."
Encarecidamente, a quien tenga la paciencia y amabilidad de leer este comentario, tenga a bien comunicarselo a PAZ VERONICA VERDEJO LOPEZ, y si fuere usted mi recordada "Paci" mi correo es gonhurga@hotmail.com, Gonzalo Hurtado Gaete.
Pucon, Chile.
Lunes 28 marzo 2011 17.30 hrs.
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